viernes, 9 de abril de 2010

Pido pista


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domingo, 14 de marzo de 2010

Total jazz connection


Me gusta que una cosa me lleve a la otra, y que esa otra a otra, y la otra a otra, y así sucesivamente. Sobre todo cuando cada una de esas cosas se convierte en algo grato y sorprendente. Me pasó con Las serpientes ciegas. Hacia el final del comic, concretamente en la penúltima página -no contaré el final-, donde la acción transcurre en una noche de verano en el Nueva York de 1939 y los protagonistas deciden que es momento de celebrar. El sitio elegido sería la sala Savoy Ballroom, situada entre las calles 140 y 141 en el distrito de Harlem, famosa pista de baile entre los años 1930 y 1950 conocida como pies felices y que a diferencia de las demás de la época sí permitía la entrada a personas que no fueran de raza blanca.


El cómic no se recrea demasiado en la sala, lo realmente importante es la acción que transcurre en ella, pero aun así da un par de detalles de su fachada y el interior bastante significativos. En el recorte se puede ver cómo los protagonistas desfilan por los pasillos del Savoy y en sus paredes algunos de los carteles de la época e incluso algún comentario acerca de ellos: "¡Lástima de Chick! Acaba de morir en un hospital de Baltimore a los 30 años".


Efectivamente, Chick Webb cuyo nombre real era William Henry Webb moriría un 16 de junio de 1939. Considerado uno de los mejores percusionistas de Jazz Swing tuvo una historia peculiar. Nacido en en Baltimore en 1905, jorobado y prácticamente enano debido a la tuberculosis que sufrió en la espina dorsal cuando era niño, trabajó de pequeño repartiendo periódicos para poder comprarse sus primeros tambores y a los 11 años ya tocaba a nivel profesional. Tras trasladarse a Nueva York a mediados de los años 20 y conseguir contratos en diversas salas de la ciudad tuvo sus mejores momentos cuando en 1931 su orquesta pasó a ser la anfitriona del Savoy Ballroom. 

En la sala durante aquella época existía un curioso espectáculo llamado big band battles y consistía en que la formación de Webb se medía frente a otras grandes orquestas del momento, como pudieron ser la de Count Basie o la de Mr Benny Goodman (que también aparece en el cómic en uno de los carteles de los pasillos del Savoy). En dicho espectáculo las bandas eran enfrentadas cara a cara en el mismo auditorio, por supuesto, lleno a rebosar (unas cuatro mil personas). ¿ Alguien duda de que el espectáculo debía ser acojonante? Acabaría imbatido.


En 1935 Webb contrató como solista vocal a una joven que acababa ganar un concurso de talentos en el Teatro Apollo, Ella Fitzgerald, considerada años más tarde como la primera dama de la canción. Seguí también recrea en el comic a la perfección el cartel de la época (ver imagen de la izquierda y el recorte del cómic) que anunciaba las actuaciones de Chick Webb y su orquesta con Ella Fitzgerald a la cabeza en el Savoy Ballroom.

En 1938 la salud de Chick Webb empieza a empeorar y delega la responsabilidad de liderar la orquesta en otras personas hasta que finalmente el 16 de junio de 1939 falleciera. Desde ese momento Ella Fitzgerald lideró la orquesta de Webb hasta 1942 cuando decidió emprender carrera en solitario.

Una total jazz connection que cierra el círculo con dos de los últimos vinilos que precisamente esta semana han caído en mis manos: Mack the knife de Ella Fitzgerald y The Benny Goodman story de Mr Benny Goodman.


Casualidades de la vida que demuestran que todo fluye y se conecta.

(Repartidos por el artículo tenéis varios links a Spotify para que gocéis)

sábado, 13 de marzo de 2010

Las serpientes ciegas


Hacía tiempo que no leía comics y esta semana he retomado las buenas costumbres. En mi infinita lista de "pendientes" tenía uno de los títulos más premiados, si no el que más, del pasado año en el ámbito nacional: Las serpientes ciegas. Premio salón internacional del comic de Barcelona 2009 al mejor álbum y al mejor guión. Premio a la crítica 2009 al mejor álbum y mejor guión. Premio Diario de Avisos 2009 al mejor guión.

Visto así, uno tiende a pensar "No puede ser malo. Esto no son los premios de la música donde Papito se lleva 15 estatuillas y todos nos reímos.". Y la verdad es que no lo es. La historia tiene su comienzo en el sofocante verano de 1939 en Nueva York. Alguien acaba de llegar a la ciudad y anda siguiendo la pista a un hombre, Ben Koch, que incumplió un pacto. Es la hora de saldar cuentas y los protagonistas en su afán de conseguirlo acaban dando con sus huesos en la España del 39, cuando la Guerra Civil daba sus últimos coletazos y para los republicanos estaba ya todo perdido.

El retrato de los personajes atrapados en sus universos bélicos a un lado y al otro del Atlántico es exquisito. Tonos oscuros y rojizos que hacen darle mayor fuerza y calor al infierno que viven los protagonistas. Un lugar común donde quedan patentes las miserias del ser humano: falta de ideales, traición, avaricia, perversión y un largo etcétera. Con un final sorprendente con el descanso de quien busca y la paz de quien descansa. Un brindis a la melancolía.




Las serpientes ciegas.
Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí.
BD Banda.
2008.

domingo, 7 de marzo de 2010

Mis galletas preferidas


Y no, no hablaremos de repostería, aunque bien podríamos dedicarle el tiempo que se merece a tan dulce acompañamiento de meriendas y desayunos, a las galletas que me refiero son a las de los vinilos. Esos discos que al principio la gente compraba porque era el único medio del que disponían para llevarse la música a casa. Eran tiempos donde el vinilo vivía feliz y contento. Pero con la tecnología llegaron las cintas de cassette y todo parecían parabienes: tamaño notablemente reducido, te las podías llevar en el coche y aparecía por primera vez la posibilidad de difundir su contenido entre los amiguetes del barrio, la copia privada. Pero el vinilo sobrevivió. Llegarían también los compact discs y... ¡Oh, Dios mio! ¡No hay que rebobinar y puedo saltar de una canción a otra! Y aquello pareció el acabose definitivo. Pero quien recibió la estocada mortal fue la cinta y prácticamente se extinguió. El vinilo, aunque herido de muerte para las grandes masas, sobrevivió una vez más. La cosa no acabaría ahí, todavía tendrían que llegar el MP3, el P2P, el MySpace y otras muchas siglas demoníacas que permitían copiar discos hasta el infinito y que valieron a muchos como argumento para vaticinar el fin del mundo para la industria discográfica tal y como la conocíamos. Una vez más el vetusto vinilo sobrevivió. Y no sólo se conformó con sobrevivir, sino que resurgió de sus cenizas con más fuerza que nunca, tanto que en la actualidad goza de una segunda juventud gracias en parte al fetichismo de unos, gracias en parte al romanticismo de otros, pero siempre para el deleite de todos.

Hoy mientras quitaba el polvo a mis viejos discos y sonaba de fondo Kind of blue, pensaba en la historia que hay detrás de cada uno de ellos y como ésta misma ha ido mutando a la vez que nos hemos ido haciendo mayor. Prácticamente recuerdo de todos cuando, como y el porqué llegaron a mis manos y he de reconocer que con algunos se me ha escapado una leve sonrisa mientras que con otros, por qué no decirlo, se me ha torcido el gesto. 

Estos son algunas galletas y parte de las historias que encierran algunos de mis discos.



The Beatles, 1967-1970. Apple Corps 1973.
Conocido como el disco azul de los Beatles es posiblemente el vinilo al que más trilla le haya podido dar de todos los que tengo, posiblemente también porque en mi casa el rock nunca se ha estilado y tener este disco entre mis manos era como tener un tesoro y todos lo sabían.
Se lanzó al mercado un 13 de abril de 1973 junto con otro recopilatorio titulado 1962-1966, o lo que es lo mismo, el disco rojo de los Beatles. Disco que también cayó entre mis garras y que misteriosamente desapareció. ¿Lo prestaríamos? ¿Se perdería en alguna mudanza? Lo cierto es que se fue para no volver. Quizás por eso también que todavía me aferre a la mitad de la manzana que me resta.




Héroes del silencio, Senda 91. EMI 1991.
Esa gran banda de rock que mitifiqué durante toda mi adolescencia y que por designios del destino (mi madre decía que era muy niño para ir a un concierto de rock) nunca vi en directo. Se trata de una edición limitada, tan sólo 5000 copias, y recuerdo haberme hecho con él muchos años después de su publicación en una de esas ferias ambulantes del cine y del disco que visita Sevilla de tanto en tanto por unas 3.000 pesetas. Definitivamente, años más tarde y 1.000 kilómetros en nuestro haber, conseguí cerrar el círculo y reconciliarme con mi pasado. Un punto y aparte.



Los Planetas, Pop. RCA 1996, reeditado por Subterfuge en 2009.
Los Planetas y Javier Aramburu fueron de la mano durante muchos años y no sé si conscientemente pero crearon auténticos iconos dentro la música independiente española. No hay festival en España que se precie y entre sus puestos de merchandising no aparezcan camisetas o chapitas con este "tunning" del logo de la Pepsi. Previously fue el famoso muñequito de Super 8. Uno de mis grupos favoritos de siempre.






Wild Honey, Epic handshakes and a bear hug. Lazy recordings 2009.
El debut de Wild Honey. Pop delicado, elegante y cuidado al detalle. El artwork sencillamente impresionante (no podía ser menos teniendo el disco ese título y sonando como suena). Y si además a todo eso le sumamos que me lo regaló un buen amigo, el resultado es uno de mis discos favoritos del último año. (Y además está para descargar gratis)


Contenido suave para una tarde de domingo. 
Otro día hablaremos de Nashville.

domingo, 17 de enero de 2010

Bigott