domingo, 7 de marzo de 2010

Mis galletas preferidas


Y no, no hablaremos de repostería, aunque bien podríamos dedicarle el tiempo que se merece a tan dulce acompañamiento de meriendas y desayunos, a las galletas que me refiero son a las de los vinilos. Esos discos que al principio la gente compraba porque era el único medio del que disponían para llevarse la música a casa. Eran tiempos donde el vinilo vivía feliz y contento. Pero con la tecnología llegaron las cintas de cassette y todo parecían parabienes: tamaño notablemente reducido, te las podías llevar en el coche y aparecía por primera vez la posibilidad de difundir su contenido entre los amiguetes del barrio, la copia privada. Pero el vinilo sobrevivió. Llegarían también los compact discs y... ¡Oh, Dios mio! ¡No hay que rebobinar y puedo saltar de una canción a otra! Y aquello pareció el acabose definitivo. Pero quien recibió la estocada mortal fue la cinta y prácticamente se extinguió. El vinilo, aunque herido de muerte para las grandes masas, sobrevivió una vez más. La cosa no acabaría ahí, todavía tendrían que llegar el MP3, el P2P, el MySpace y otras muchas siglas demoníacas que permitían copiar discos hasta el infinito y que valieron a muchos como argumento para vaticinar el fin del mundo para la industria discográfica tal y como la conocíamos. Una vez más el vetusto vinilo sobrevivió. Y no sólo se conformó con sobrevivir, sino que resurgió de sus cenizas con más fuerza que nunca, tanto que en la actualidad goza de una segunda juventud gracias en parte al fetichismo de unos, gracias en parte al romanticismo de otros, pero siempre para el deleite de todos.

Hoy mientras quitaba el polvo a mis viejos discos y sonaba de fondo Kind of blue, pensaba en la historia que hay detrás de cada uno de ellos y como ésta misma ha ido mutando a la vez que nos hemos ido haciendo mayor. Prácticamente recuerdo de todos cuando, como y el porqué llegaron a mis manos y he de reconocer que con algunos se me ha escapado una leve sonrisa mientras que con otros, por qué no decirlo, se me ha torcido el gesto. 

Estos son algunas galletas y parte de las historias que encierran algunos de mis discos.



The Beatles, 1967-1970. Apple Corps 1973.
Conocido como el disco azul de los Beatles es posiblemente el vinilo al que más trilla le haya podido dar de todos los que tengo, posiblemente también porque en mi casa el rock nunca se ha estilado y tener este disco entre mis manos era como tener un tesoro y todos lo sabían.
Se lanzó al mercado un 13 de abril de 1973 junto con otro recopilatorio titulado 1962-1966, o lo que es lo mismo, el disco rojo de los Beatles. Disco que también cayó entre mis garras y que misteriosamente desapareció. ¿Lo prestaríamos? ¿Se perdería en alguna mudanza? Lo cierto es que se fue para no volver. Quizás por eso también que todavía me aferre a la mitad de la manzana que me resta.




Héroes del silencio, Senda 91. EMI 1991.
Esa gran banda de rock que mitifiqué durante toda mi adolescencia y que por designios del destino (mi madre decía que era muy niño para ir a un concierto de rock) nunca vi en directo. Se trata de una edición limitada, tan sólo 5000 copias, y recuerdo haberme hecho con él muchos años después de su publicación en una de esas ferias ambulantes del cine y del disco que visita Sevilla de tanto en tanto por unas 3.000 pesetas. Definitivamente, años más tarde y 1.000 kilómetros en nuestro haber, conseguí cerrar el círculo y reconciliarme con mi pasado. Un punto y aparte.



Los Planetas, Pop. RCA 1996, reeditado por Subterfuge en 2009.
Los Planetas y Javier Aramburu fueron de la mano durante muchos años y no sé si conscientemente pero crearon auténticos iconos dentro la música independiente española. No hay festival en España que se precie y entre sus puestos de merchandising no aparezcan camisetas o chapitas con este "tunning" del logo de la Pepsi. Previously fue el famoso muñequito de Super 8. Uno de mis grupos favoritos de siempre.






Wild Honey, Epic handshakes and a bear hug. Lazy recordings 2009.
El debut de Wild Honey. Pop delicado, elegante y cuidado al detalle. El artwork sencillamente impresionante (no podía ser menos teniendo el disco ese título y sonando como suena). Y si además a todo eso le sumamos que me lo regaló un buen amigo, el resultado es uno de mis discos favoritos del último año. (Y además está para descargar gratis)


Contenido suave para una tarde de domingo. 
Otro día hablaremos de Nashville.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente post, Gregolas

josie dijo...

muy bueno chico